
La custodia es obra de Enrique de Arfe, el gran orfebre del siglo XVI. Fue un encargo del cardenal Cisneros. Es de traza gótica arcaizante y de una gran belleza arquitectónica. En un principio se labró en plata pero a finales del siglo XVI el arzobispo Gaspar de Quiroga mandó que se dorase, para hacer juego con la custodia del altar mayor que es de madera dorada.
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