martes, 24 de mayo de 2011

Carta de los obispos del País Vasco y Navarra con motivo de la JMJ Madrid 2011

Queridos hermanos y hermanas, de modo particular, queridos jóvenes.

Al comenzar este nuevo curso pastoral, nuestras diócesis han recibido con gozo y esperanza la Cruz y el Icono de María, que fueron entregados por el Papa Juan Pablo II a los jóvenes como signo del amor de Dios a la humanidad y compromiso de ser testigos de este amor en todo el mundo. Tanto la Cruz como el Icono de María han presidido las Jornadas de la Juventud y han visitado multitud de diócesis.

Su presencia entre nosotros ha constituido el comienzo de la preparación a la Jornada Mundial de la Juventud 2011 que tendrá lugar el próximo mes de agosto en Madrid. El lema elegido es “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Os invitamos a la preparación de este encuentro durante el curso pastoral que hemos comenzado, profundizando en nuestra experiencia cristiana como discípulos de Jesús, en la comunión de la Iglesia y llamados a dar testimonio de su presencia y su amor.

Para dicha preparación, os invitamos a acoger la hermosa carta que el Papa Benedicto XVI os dirigió el pasado 6 de agosto. Leedla detenidamente, personalmente y en grupo, llevadla a vuestra oración y a vuestra vida. Así mismo, las Delegaciones de juventud de nuestras diócesis os ayudarán en esta preparación y en todo lo que se refiere a la participación en la JMJ 2011.

Os proponemos tres aspectos para vuestra reflexión que nos dispongan a participar con fruto en la JMJ 2011. En primer lugar, os invitamos a profundizar en la espiritualidad del camino. Nuestra vida es un camino en el que Jesús nos sale al encuentro y nos invita a seguirle como discípulos suyos. Este camino lo vivimos en la compañía de tantos hermanos y hermanas, constituyendo la familia de Jesús que se llama Iglesia. En su recorrido, experimentamos la fatiga y el cansancio, pero también el apoyo y la fuerza del Señor, el alimento de su Palabra y su Eucaristía y el aliento y sustento de nuestros hermanos y de los santos. Nacimos del amor de Dios y queremos caminar orientados hacia la plenitud de ese amor, discerniendo la propia vocación, es decir, el camino concreto que el Señor invita personalmente a cada uno a recorrer. A este respecto os invitamos a revivir la experiencia de los testigos de Emaús que el Evangelio nos relata.

El segundo elemento es la espiritualidad de la acogida. Unos días antes de partir para Madrid, nuestras diócesis acogerán a muchos jóvenes procedentes de diferentes lugares del mundo. La acogida consiste siempre en un precioso intercambio de dones. Así como Jesús fue recibido con cariño en Betania por Marta, María y Lázaro, podemos vivir esta experiencia de la hospitalidad acogiéndole hoy en el rostro de tantos hermanos y hermanas que quieren compartir la experiencia de nuestras Iglesias particulares. Así mismo, cuando acogemos al hermano, recibimos ciertamente mucho más de lo que ofrecemos, pues su presencia y su testimonio nos enriquecen personal y comunitariamente, viviendo la misma fe en culturas, costumbres, pueblos, lenguas y situaciones tan diversas.

El tercer elemento, que se sigue del anterior, es la espiritualidad de comunión. Junto con los peregrinos procedentes de todo el mundo nos dirigiremos a Madrid, respondiendo a la convocatoria del Santo Padre, para vivir con él la maravilla de la comunión de la Iglesia. Es una hermosa experiencia de Pentecostés, donde tantos hermanos y hermanas procedentes de realidades diferentes, experimentaremos el don de compartir una misma fe, esperanza y amor. El Espíritu Santo nos permitirá experimentar el gozo de la comunión, que deja una huella imborrable de gozo y paz difícilmente descriptible. Podéis profundizar en este aspecto meditando el episodio de Pentecostés que se relata en los Hechos de los Apóstoles.

Os animamos vivamente a prepararos durante este curso a este encuentro y a participar activamente en él, viéndolo como un auténtico don de Dios. Invitad a vuestros amigos y amigas. Estad seguros de que nadie quedará defraudado de esta experiencia de gracia. Quedamos a vuestra disposición y os pedimos que nos permitáis acompañaros, con Jesús y María, en vuestro caminar cotidiano, participando de vuestros gozos y esperanzas y también de vuestras dificultades. Os tenemos siempre muy presentes en nuestra misión como Pastores de la Iglesia y oramos diariamente por vosotros. Pedimos al Señor que os otorgue su copiosa bendición.

Con afecto.

† Francisco, Arzobispo de Pamplona y Tudela

† Mario, Obispo de Bilbao

† José Ignacio, Obispo de San Sebastián

† Miguel, Obispo de Vitoria

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