lunes, 23 de agosto de 2010

Las familias de la diócesis de Mérida-Badajoz abren sus casas a jóvenes de todo el mundo

Hoy.es - La diócesis de Mérida-Badajoz abre las puertas de sus casas. Una diócesis solidaria y copartícipe que en apenas un mes ha conseguido 2.700 plazas para acoger a jóvenes de todo el mundo que se congregarán el próximo año en Madrid con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI. Se trata de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se prevé histórica.

En Badajoz, la historia comenzó hace unos meses cuando el arzobispado pidió a la comunidad cristiana que abriera sus casas a jóvenes llegados de todo el mundo. En poco tiempo se consiguió lo impensable: alrededor de 1.200 'familias adoptivas' que abrirán sus casas para dar cabida a los jóvenes del mundo los días previos a la celebración de las jornadas.

El delegado episcopal de Juventud, Juan Román, destaca que aún queda un año por delante, pero son ya 73 los pueblos de la diócesis de Mérida-Badajoz que se suben al carro de la JMJ.

Las previsiones iniciales planteaban la posibilidad de acoger en Mérida-Badajoz a 5.000 jóvenes de cualquier parte del globo terráqueo. Esto hizo trabajar duro para asegurar que nadie se iba a quedar sin techo y la idea se tradujo en «una experiencia que ayudará no sólo a los que vienen, sino también a los que están aquí», por lo que se ha optado por conseguir el máximo espacio posible.

En Badajoz, todas las parroquias están afanadas en ello. Desde San Fernando, el matrimonio formado por Pepe Lucas y Fátima Cacho transmite el nerviosismo y emociones que siente a un año vista. Su casa servirá para dar cobijo a uno o dos de los miles de jóvenes que estarán en provincia entre el 11 al 15 de agosto, justo antes del esperado encuentro en la capital de España. Se encargarán de ofrecerles cama y comida. Además, tendrán la oportunidad de participar con ellos en las actividades.

Esta familia forma parte de la comunidad cristiana de su barriada. Actúan como catequistas, colaboradores de proyectos solidarios y en campamentos parroquiales. Tras el llamamiento que hizo el párroco, Manuel Fernández Rico, «nos hemos ofrecido para acoger», dicen felices.

El matrimonio piensa que tener a jóvenes alojados en su casa e implicarse en la actividad podría ser un motivo que les llevase al compromiso de asistir a las jornadas en Madrid. Recuerdan que aún queda mucho para ello, pero que podría ser viable. Respecto a su hija, piensan que no sólo para ellos será una experiencia única, también lo será para la adolescente, que con 14 años también participa en las tareas religiosas.

Incertidumbre
En principio, podría suponer un estado de incertidumbre o desconfianza abrir una casa a desconocidos. Pero el testimonio de esta familia muestra la seguridad de que al fin y al cabo todas estas personas se moverán con un único objetivo, por lo que el temor más grande «es poder comunicarse con los que serán los recién llegados».

Según Román, en experiencias anteriores los jóvenes pacenses que han viajado a Francia, Roma o Canadá para participar en estas jornadas mundiales, como mínimo, han acabado chapurreando algún idioma. «Es cierto que en alguna familia puede haber algún problema para entenderse -reconoce-, pero una actitud de acogida cariñosa y cercana va a hacer que el joven se sienta a gusto».

Días de convivencia
Desde la organización se añade que durante los días que estén alojadostanto las familias de acogida como los visitantes participarán en encuentros, convivencias y actividades lúdicas y culturales.

El delegado episcopal de Juventud en Mérida-Badajoz advierte de que ya han confirmado la asistencia 100 polacos y 20 paquistaníes. Pero sólo es el inicio, porque poco a poco se unirán grupos de los países más remotos que llegarán a España con el deseo de vivir unas jornadas históricas y, de paso, conocer el entorno, la gastronomía y la cultura. «Al mismo tiempo, nosotros podremos conocerlos a ellos», dice Román antes de concluir que las instituciones públicas han mostrado su disposición para ayudar a que todo salga como está previsto.

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